Soy Mari, un nombre tan cercano como el doblar de una esquina pero con mucha sensibilidad.
He tenido que traducirme en palabras esdrújulas, acentuadas antes de tiempo.
“Eres demasiado complicada”, me dijeron alguna vez.
Demasiado. Una palabra llana. Ni siquiera una que suene mal. Pero en mí se hizo grande, expansiva. Se desbordó como un espacio abierto en libertad. Salvaje, imposible de enjaular. Inútil de explicar.
De ese exceso nace mi escritura. Aquí guardo lo que no cabe en otra parte: pensamientos, lecturas, fragmentos que me sostienen cuando todo parece inestable.
Este blog es mi manera de decir lo que soy sin tener que traducirme.