
El primer y único libro que había leído de Stefan Zweig es su biografía de Marie Antoinette. Es uno de mis recuerdos favoritos de la infancia. Estaba obsesionada con aquel libro que ni siquiera era mío: mi abuelo lo pedía prestado de la biblioteca para que yo lo leyera. Estaba tan viejo y desgastado que probablemente solo lo leía yo. Cada vez que pasaba una hoja, esta se quebraba, pero no mi idealización infantil del matrimonio entre Marie Antoinette y Luis XVI.
Años después me he vuelto a encontrar con el escritor, pero esta vez en un contexto que roza lo obsesivo con un libro mucho más crudo. Carta de una desconocida es una historia breve pero asfixiante.
“Solo a ti quiero hablarte, decírtelo todo por primera vez; debes conocer toda mi vida, que ha sido siempre tuya y de la que nada has sabido jamás.”
No puedo decir que me haya gustado. Es una historia corta, pero cargada de tristeza y melancolía, excesivamente trágica. Una advertencia tardía sobre el peligro de idealizar a las personas. Un recordatorio de que la decepción manipula nuestras acciones, como lo muestra la forma en que la remitente de la carta elige callar su verdad y asestarla como un castigo final.
“(…) todos se enamoraban, todos se mostraban adictos y me querían todos, excepto tú (…)”
Sin embargo, es interesante cómo ambos personajes terminan participando en esa idealización: quien escribe la carta y, al final, quien la lee. Él no la conoce, no la recuerda, no sabe quién es, pero termina notando su ausencia.
“Se asustó. Fue como si alguien invisible hubiese abierto la puerta y una fría corriente fantasmal atravesara la habitación.”
Es fascinante cómo una obra escrita hace cien años puede reflejar una realidad aún latente en la actualidad: la idealización de las personas que creemos amar aun cuando no llegamos a conocerlas. Habla de una experiencia que, de algún modo, sigue siendo un espejo de nuestra condición humana.
¿Te gustaría leer más historias como esta?
Suscríbete al blog o acompáñame en Substack y recibe cada nueva publicación en tu correo.
Leave a comment